En España cada 4 minutos alguien se ‘deshace’ de un perro o gato, como si se tratase de un juguete con el que no apetece ya divertirse o que ya no cumple nuestras expectativas; igual es también porque cuando le ‘adquirimos’ no entendimos muy bien para qué servía.
Kiko no es un Juguete es el título de un cuento de Mercedes Alonso que trata de ilustrar y sensibilizar a los más pequeños sobre el tema de la tenencia responsable de mascotas y la lacra del abandono animal, pero siempre en un tono y lenguaje adecuado a un público objetivo de mayores de 7 años.
Tal y como nos cuentan desde la Editorial:
Un cuento para los más pequeños sobre la adopción animal. Edad recomendada a partir de 7 años. Kiko no sabe por qué su familia le ha abandonado. Tiene hambre y echa de menos su casa y jugar con su pelota. La historia de Kiko, como la de tantos animales abandonados, sirve para concienciar a los pequeños de la casa sobre el respeto hacia los animales, sobre el abandono y el maltrato, y cómo la adopción brinda una segunda oportunidad para ser querido.
Porque aunque el maltrato y abandono animal es un tema desgraciadamente muy actual, el hecho de ponerle nombre y familia concreta a una historia hace más accesible el mensaje, sobre todo en los más pequeños.
Recordemos que alrededor de 140.000 perros y gatos son abandonados al año en nuestro país y que entre las causas más frecuentes de abandono se encuentran la pérdida de interés por el animal o un comportamiento no deseado que muchas veces es fruto de la ignorancia o desconocimiento sobre la responsabilidad que supone convivir con un amigo de cuatro patas.
Afortunadamente cada vez hay una mayor conciencia sobre la adquisición irresponsable de mascotas y sobre la importancia de la adopción y las segundas oportunidades y este libro es un buen recurso para padres y educadores a la hora de concienciar y prevenir conductas indeseadas hacia nuestras mascotas.
Puede adquirirse en tapa blanda por 9,88€; una oportunidad para explicar sin imágenes hirientes ni cifras vergonzosas la historia de miles de perros y gatos en este país y de cómo con un poquito de nuestra parte pueden terminar en historias con final feliz, como seguro que termina la de Kiko.
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