Una niña con autismo y su conexión con su gato

Iris y Thula - Una niña con autismo y su conexión con su gato

Antes de que Thula entrara en la vida de Iris, la niña no hablaba, no interactuaba en el juego, se sentía muy insegura y tenía muchos problemas sensoriales que le hacían rechazar todo lo que supusiera un contacto con su piel, como la ropa o el agua…pero eso fue antes de la llegada de su gato Thula. Esta es su historia.

Iris Grace Halmshaw fue diagnosticada de autismo cuando tenía dos años. Un tipo de autismo que le lleva a tener patrones irregulares de sueño, nula interacción con sus padres y otros niños, comportamiento obsesivo e inseguridades ante situaciones desconocidas y rechazo a acciones tan cotidianas como vestirse o bañarse.

Sus padres, conscientes de la necesidad de conectar a Iris con el mundo, introdujeron a la niña en el arte de la pintura y tal fue el resultado que sus cuadros dieron la vuelta al mundo; incluso Angelina Jolie adquirió una de sus obras.

Iris Grace pintando - Una niña con autismo y su conexión con su gato

Pero aunque la pintura le ayudaba en cierta medida a expresarse, Iris seguía sin pronunciar palabra y con sus inseguridades y miedos que le impedían llevar una vida relativamente cómoda.

Arabella, su madre, cuenta que habían oído hablar de los beneficios del contacto de niños autistas con animales, pero tras probar con perros y caballos, no habían experimentado ningún cambio significativo, Iris no había conseguido conectar con ellos.

En cierta ocasión el tío de Iris les dejó su gato para que le cuidaran mientras realizaba un viaje y sorprendentemente la niña y el gato establecieron una relación especial.

Iris Grace y Thula - Una niña con autismo y su conexión con su gato

A partir de ese momento los padres empezaron a investigar qué tipo de gato sería el más conveniente para Iris y se decidieron por un Maine Coon, no solo por ser unos gatos sociables e inteligentes, también porque les encanta el agua.

Así llegó Thula a la vida de esta familia y, según cuenta Arabella, a los tres meses Iris ya no tenía miedo a vestirse ni al agua, sobre todo gracias a que Thula se sumaba a los baños de la pequeña saltando a la bañera con total naturalidad.

Iris Grace y su gato Thula - Una niña con autismo y su conexión con su gato

También empezó a dirigirse al felino con palabras y frases cortas para indicarle instrucciones sencillas como sentarse o querer más de algo, contradiciendo así las previsiones de los médicos de que la niña no iba a hablar nunca.

Según Arabella, el gato consigue no solo interactuar con Iris, también detecta cuando se siente intranquila y consigue calmarla al instante.

Pero lo mejor de esta historia no es que te la cuenten sino verla con tus propios ojos.

Different is Brilliant from Iris Grace on Vimeo.

Vía: La Vanguardia
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