Ya sabemos que un perro no constituye un artículo de lujo, hasta podríamos decir que apenas demandan caprichos, tan solo algo de atención y cariño; es más, su generosidad hace que seamos los humanos los que recibamos mucho más de lo que les proporcionamos a ellos.
Pero esta historia, que Sylvester Stallone recuerda en algunas de sus entrevistas, nos hace reflexionar sobre aquellos que adoran a sus perros pero carecen de recursos incluso para atender sus necesidades básicas, ya sea de forma temporal o permanente, o de cómo la vida te obliga a veces a tomar decisiones que te parten el corazón.
El actor recuerda cómo hubo unos años de su vida que precedieron a la fama en los que malvivía en un pequeño apartamento con un perro bullmastiff, llamado Butkus, que era su apoyo y su compañero incondicional.
Su situación económica llegó a tal extremo que se vio obligado a ‘vender’ a Butkus ante la imposibilidad siquiera de alimentarlo; algunos medios dicen que lo entregó a un hombre por solo 25 dólares, otros afirman que por 40.
Pocas semanas después conseguía vender el guión de Rocky, película que también protagonizaría.
Un pago inicial de 35.000 dólares como adelanto por el film le empujó a salir corriendo en busca de Butkus para recuperarlo. Tardó 3 días en localizarlo y el hombre que lo llevaba, al ver su afecto por el animal, lejos de ablandarse decidió sacar partido y negoció su venta por 15.000 dólares.
Por supuesto, Stallone entregó esa cantidad y no se volvió a separar de su compañero hasta que este falleció de un ataque al corazón en 1981.
Como curiosidad, Butkus participó tanto en Rocky como en Rocky II, apareciendo en los créditos como Butkus Stallone.
Vía: Schnauzi, La Vanguardia
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